miércoles, 13 de abril de 2011

Gavdos, la nueva era. Capítulo 1 - 1ª Parte:

 Capítulo 1: Larga vida al rey de este dulce hogar.

Como ese niño de 5 años.

Un cambio. Veintidós años de mi vida buscando las piezas para cambiar de vida, eso es lo que deseaba. Un cambio. Con esa edad son muchas las inquietudes, ¿Qué universidad escoger?, ¿Quién será la madre de mis tres hijos?, ¿Que hago para conseguir una moto?...etc. Yo solo tenía una única inquietud. Me preguntaba constantemente, como salir de aquí.

Estaba claro que en mi cabeza no se respiraba normalidad, donde otros jóvenes elaboraban su futuro y tenían ilusiones familiares, yo no tenía nada. Estaba vacío, solo quería huir de esa vida. No lo podía remediar, como ese crío de 5 años que ve el quiosco de gominolas. Es tan tentador saborear una gominola con 5 años que clama al cielo con gritos y llantos para que su manjar le sea concebido. Llevaba veintidós años siendo ese niño de las gominolas.

Evidentemente mi tentación venia innata, llevaba conmigo toda la vida. Desde que tengo uso de razón solo quiero estar solo, arreglármelas solo, vivir en la soledad, no dar explicaciones, disfrutar de este mundo y de sus maravillas, los animales, el mar, sus paisajes,....quería despertarme a la vez que asoma el sol tras ese largo horizonte de mar que baña las costas de mi humilde y culta casita.

Debía fingir, pero era agotador y cada vez el niño de las gominolas clamaba más alto al cielo y ya empezaba a sentir como mi cabeza cada vez dirigía con menos soltura esa sinfonía de gritos y llantos en los que sonaba un ensordecedor ¡HUYE!

Nunca me he regalado nada, pienso que al contrario, me he quitado todo lo que tenía, pues considero que me he quitado mi niñez y adolescencia. Era hora de ir hacia la gominola por mí solo y no esperar al adulto que me la facilite solo por el hecho de no volver a escuchar esos llantos y gritos. El hecho de no tener familia tranquilizaba mi inquietud, pues podía huir sin dar una simple explicación. No creo que unas monjas que no entendían por qué no compartimos las mismas creencias religiosas, les importe mucho mi ausencia.

Ahora después de vivir cinco años fuera, se puede decir que me estoy labrando mi futuro y que tengo mis ilusiones "no" familiares. huí de esa vida que solo me había servido para planear como y donde escaparme y di el paso gracias a los ahorros de una paga que me concedieron desde pequeño por el abandono de mis padres y los cuatro años que llevaba trabajando en el campo, tengo dinero suficiente para realizar mi sueño. Esa gominola cada vez estaba más cerca, el niño estaba acercándose hacia el quiosco con esa cara, mezcla de llanto y felicidad que le ha dejado esta agridulce experiencia.

Llevo cinco años sin escuchar a ese pequeño crío que lloraba por esas gominolas, ahora miro al horizonte y tras este largo mar, veo como el sol se despide por hoy, ya veremos como brilla mañana.


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